Cada 5 de junio, el Día Mundial del Medio Ambiente nos lanza un poderoso llamado a la acción: reconsiderar nuestro impacto en el planeta y asumir nuestra responsabilidad hacia las generaciones venideras.
La transición hacia una economía verde, que incluye la adopción de energías más limpias y sostenibles, se despliega a gran velocidad y desafía a las empresas a contar con las capacidades que necesitan para dar soporte a estas transformaciones, las que avanzan a un ritmo tan vertiginoso que dificulta llegar a tiempo con la masa crítica necesaria. Sin ir más lejos, según el BID y la OIT esta transición tiene el potencial de generar 15 millones de empleos en América Latina. Un escenario complejo que lleva a la UNESCO a subrayar la importancia, y más bien la urgencia, de integrar la educación para el desarrollo sostenible (EDS) en todos los niveles educativos. Esta integración es vital para preparar a las futuras generaciones para enfrentar las crisis ambientales y fomentar prácticas sostenibles en todos los aspectos de la vida.
Esta reflexión nos lleva a reconocer una deuda con la preparación de la población para hacer frente a estos desafíos. Es en este contexto que la Formación Técnico Profesional (FTP) surge como un pilar esencial, un subsistema educativo que no solo promueve el desarrollo sostenible, sino que cumple un rol clave en preparar a las personas para aprovechar las oportunidades que ofrece una economía más verde y responsable.
Para integrar efectivamente la sostenibilidad es fundamental incorporar principios de desarrollo ecológico en las prácticas educativas que permitan preparar a los estudiantes para enfrentar y resolver problemas socioambientales, fomentando una economía verde. En este sentido, más allá de las habilidades técnicas, es crucial promover el pensamiento crítico, la innovación y la adaptabilidad, esenciales en una economía centrada en la sostenibilidad. Para ello, los jóvenes deben conocer su entorno ambiental, vivir experiencias fuera del aula y comprender las problemáticas medioambientales cercanas. Estas vivencias directas son vitales para desarrollar soluciones reales y pertinentes a nivel local y global.
Este compromiso nos plantea un nuevo desafío a nivel país, en el que los docentes enfrentan la enorme tarea de integrar sistemáticamente las competencias relacionadas con la sostenibilidad y el cambio climático en la formación de los futuros técnicos. La falta de formación específica en estos ámbitos resulta en que los jóvenes enfrenten de manera desigual las transformaciones productivas y las nuevas exigencias del mercado laboral.
No cabe duda que la FTP desempeña un papel crucial en la preparación de individuos para contribuir a economías sostenibles y resilientes, por lo que es imperativo fortalecer la implementación de estrategias orientadas a la calidad y a la modernización de los entornos de aprendizaje. Empoderar a los educadores y formadores, movilizar a los jóvenes y acelerar las soluciones sostenibles a nivel local no es solo una opción, es una necesidad urgente. Solo con un compromiso decidido y acciones concretas podemos construir un futuro sostenible y justo para todos.
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