A meses desde la implementación de la Ley REP para Envases y Embalajes, uno de los marcos legislativos más revolucionarios en términos de sustentabilidad en el país en cuanto propone una profunda transformación en cómo se gestiona el reciclaje en Chile, desde el Pacto Chileno de los Plásticos somos conscientes de que uno de los grandes desafíos tiene relación con la educación ciudadana.
“Debemos desacostumbrarnos a hacer las cosas como estamos acostumbrados a hacerlas” ha dicho en varias entrevistas el jefe de la Oficina de Economía Circular del Ministerio de Medio Ambiente, Tomás Saieg, y es que la educación ambiental tiene mucho que ver con hábitos y conductas que tenemos frente al medio ambiente y que repetimos en nuestras actividades cotidianas.
En esa línea, y tal como explican desde el sitio web Earth Day, es necesario desarrollar en la ciudadanía un “músculo de la memoria verde”, en referencia a los comportamientos “ecoamigables” que se realizan con poco o sin esfuerzo alguno, casi de manera espontánea. Aprender lento, pero consistentemente y a través de la repetición, como todos los hábitos y lecciones inculcadas desde la infancia. Para ello es necesario, en primer lugar, entender por qué no podemos continuar con la ecuación de producir-usar- botar y, en cambio, es necesario incorporar la sustentabilidad y circularidad en nuestra vida diaria.
Según datos del Ministerio del Medio Ambiente, en Chile generamos más de 8 millones de toneladas de residuos domiciliarios al año, pero reciclamos un poco más del 4%. En cuanto a los envases y embalajes, de las 1.250.000 toneladas que son puestas anualmente en el mercado, solo se reciclan unas 150.000, es decir, apenas el 12 %. En consecuencia, más de 60.000 terminan contaminando el medio ambiente.
Desde el Pacto Chileno de los Plásticos afirmamos que el mejor residuo es el que no se genera, es decir, es necesario ser conscientes de rechazar, reparar o reutilizar siempre que sea posible. Y si inevitablemente se ha generado ese residuo, hay que clasificarlo correctamente para que sea reciclado.
Para que un reciclaje sea óptimo en el contexto de la Ley REP, en los domicilios debieran separarse los envases y embalajes -específicamente plásticos, vidrios, papeles y cartones, latas y hojalatas, y cartones para líquidos- de los demás residuos, para luego entregarlos limpios, secos y aplastados al camión recolector. Si la comuna aún no cuenta con recolección domiciliaria, hay que dejarlos en puntos limpios.
Los sistemas de gestión colectivos que agrupan a las empresas y que, por mandato de la Ley REP, deben hacerse cargo del financiamiento y la organización de la gestión de los residuos generados, y del cumplimiento de las metas de recolección y valorización, deben también educar e informar a la ciudadanía. Porque el éxito de la implementación de la normativa depende, además, de nuestra capacidad colectiva para internalizar hábitos sustentables y clasificar correctamente los residuos para el reciclaje.
El primer sistema de gestión colectiva de envases y embalajes, ReSimple, tiene disponible una aplicación móvil que utiliza la geolocalización para informar respecto de la forma en que se opera en cada comuna (puntos limpios o recolección domiciliaria), además de ofrecer un asistente virtual que responde dudas sobre el reciclaje y que está siempre disponible. Giro, por su parte, pone el foco en las intervenciones territoriales, realizando puerta a puerta, con actividades lúdicas en colegios y plazas, e incorporando a personas de todas las edades.
En este día de la educación medioambiental, instamos a desarrollar el "músculo de la memoria verde" cultivando la conciencia ambiental desde temprana edad, en hogares y establecimientos educacionales, y extendiéndola a lo largo de nuestras vidas. Cada pequeño gesto cuenta, y al repetir una y otra vez prácticas sustentables, contribuimos a forjar un cambio positivo en nuestra sociedad y en el cuidado del medio ambiente.
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