El suicidio en adolescentes y jóvenes se asocia en gran medida a problemas de salud mental. Sabemos que gran parte de estos problemas de la vida adulta se inician en la adolescencia y juventud.
Por otra parte, se ha demostrado en diversos estudios internacionales, que ha aumentado la prevalencia de problemas de salud mental en adolescentes y jóvenes respecto a los datos registrados antes de la pandemia. Dada la relevancia de esta temática, es que se ha diseñado un curso introductorio sobre abordaje del riesgo suicida en adolescentes y jóvenes.
Grupo DiarioSur conversó con la doctora Vania Martínez, directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), para conocer más acerca de este problema que tiene especial relevancia en la zona sur del país.
“Si bien en regiones del sur de Chile se ven tasas más altas, también tenemos la Región de Magallanes que tiene índices dentro del promedio. Entonces, si uno pensara por ejemplo que influye el clima -que es la hipótesis más común-, no explicaría toda esa diferencia. Puede haber varios factores como el acceso a atención en salud, niveles socioeconómicos. Sin dudas nos falta más investigación para entender este fenómeno”, explica Vania Martínez.
Por otra parte, la profesional se refirió a la diferencia que existe entre casos de suicidio por género. “A los hombres les cuesta más pedir ayuda por temas de salud mental y cuando lo hacen es más difícil definir esta tendencia cuando hay problemas de consumo de sustancias", dice.
"Por otro lado, los hombres utilizan métodos de suicidio más violentos que las mujeres, por lo tanto son más letales. Sin embargo, los intentos de suicidio son más frecuentes en mujeres, la depresión también es más frecuente en mujeres", señala Martínez.
Desde Imhay instan, por medio de este curso que va a dirigido a un público general, a observar ciertos síntomas en grupos de riesgo.
Estos, según explica la doctora Martínez, se dividen en dos. Un primer grupo de señales indirecto de personas que suelen bostezar, tener sueño, que muestran cierto descuido en su apariencia o que están desarrollando un problema de consumo de sustancias.
“Ya un segundo grupo, de señales directas, es cuando la persona verbaliza o escribe, directamente, que les gustaría morir o que la vida no tiene sentido. En ese caso hay que acercarse a la persona, preguntarle cómo está, cómo se siente y de a poco ir aproximándose a ella”, detalla la doctora.
“En el curso enseñamos una forma de detectar en qué grupo se encuentra una determinada persona y el nivel de riesgo por medio de una escala de evaluación de riesgo suicida, originado en la Universidad de Columbia”, expone la directora de la institución.
Para mayor información sobre el te invitamos a hacer click en el siguiente enlace y recordar que existe el número *4141 para pedir ayuda.
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