Los arcos de los violines se movían con energía sobre las cuerdas, sacando el movimiento de La Primavera de Antonio Vivaldi, mientras Siegfried los observaba sentado a la mesa, conmovido y con ojos curiosos. En el Hogar Alemán estaban celebrando 100 primaveras, eran sus propias primaveras, su centenario de una vida musical conquistada tras dejar atrás su tierra para comenzar de nuevo en el sur del mundo, en Chile.
Un dúo de violinistas conformado por alumnos de estudios superiores del Conservatorio de Música de la Universidad Austral de Chile animaba este cumpleaños para un músico centenario y, de paso, alborotaba la vida en la residencia alemana para personas mayores.
Son pocas las personas que llegan a los 100 años y, más que un número, vivir esa edad es acumular experiencias, sentir emociones, abrazar amores, sentir la vida misma en la piel y la sangre que corre por las venas. Así han sido los 100 años de Siegfried Erber Wanzek, un hombre compenetrado con el nacimiento de la Universidad Austral de Chile en Valdivia.
Co-creador del himno de la Universidad Austral, Erber también fue fundador de la Orquesta de Cámara de la misma casa de estudios, de la Escuela de Tecnología del Sonido y más tarde fue director del Departamento de Fono Imagoteca. Actualmente vive en el Hogar Alemán de Valdivia, ubicado a un costado de la Clínica Alemana.
A los 100 años se vive el día a día. A veces muestra una lucidez admirable, comparte alegremente una suave cerveza y hasta recuerda alguna melodía clásica o de su propia inventiva. Otras veces prefiere estar silencioso y descansando, como queriendo decir “piano piano” a la vida que a veces es dinámica como un allegro o pausada como un andante.
El profesor Siegfried Erber nació un 6 de marzo de 1924 en la ciudad de Liegnitz, en la antigua región de Silesia que, por aquellos años era parte de Alemania y que en la actualidad está en territorio de Polonia.
Desde muy pequeño mostró talento por la música y a los cuatro años inició sus clases de violín, motivado por su padre que también era músico. Estudió Licenciatura en Dirección Orquestal y Coral en la Hochschule für Musik de Halle, además de Pedagogía Musical y Pedagogía en Matemáticas en la Martin-Luther Universität.
Sus sueños se vieron envueltos por un tiempo en una nube negra que afectó todo su entorno, el estallido de la Segunda Guerra Mundial donde perdió a su familia más cercana. Erber sobrevivió. Fueron años difíciles y dolorosos pero continuó con su vida y sus estudios en música. .
En 1952 Siegfried Erber viaja a Chile enviado por el Ministerio del Exterior de Alemania para trabajar en el Instituto Alemán y en el Conservatorio de Osorno como profesor de música y matemáticas.
Poco tiempo estuvo en dicha ciudad, pues pronto lo contactó Eduardo Morales que recientemente se había convertido en rector fundador de la Universidad Austral de Chile.
Su hija, la periodista y docente de la Universidad Austral Carolina Erber Soto, relató a Diario de Valdivia que el rector Morales se enteró de la presencia de este ciudadano alemán como profesor de música en Osorno y programa una reunión para conocerlo e invitarlo a sumarse al proyecto universitario. En dicho encuentro Morales le propone a Erber crear el Conservatorio de Música de la Universidad Austral.
El maestro acepta la propuesta y se va a vivir a Valdivia entre 1954 a 1955. Pronto los académicos y el propio Morales le hacen ver la necesidad de crear un himno de la naciente universidad.
Siegfried Erber hace dupla con el académico Eleazar Huerta para crear el himno en 1956. “Yo necesito una letra para crear una melodía” le propone a Huerta y fue así que cierto día se reunieron ambos en el bar del lujoso edificio de la Sociedad La Protectora, desaparecido en 1996 tras un incendio, y que estaba ubicado en calle Independencia con Libertad.
Huerta le lee los primeros versos: “Porque se logre nuestro ideal, de un Chile grande y dichoso. La juventud de esta tierra austral da su esfuerzo generoso”.
Erber cierra los ojos, empieza a buscar en su cerebro, recita el verso de Huerta. Empieza a tararear una melodía incipiente. Hace una pausa y le da un sorbo a su copa de vino.
Huerta vuelve a leer: “Lo mismo que el sol, la universidad, irradia luz que es verdad y amor. Bendito el fruto de nuestro afán si el saber no seca el corazón”.
La melodía de Erber empieza a dar pasitos, como si fuera un bebé. “Papápapá, papapapapá….”, tararea y por fin saca un bolígrafo y una servilleta de papel.
Huerta mira asombrado cómo el músico va garabateando notas en su improvisado pentagrama, también le da un sorbo a su copa. Esboza una sonrisa. “La tenemos”, se dicen. Se ríen como chiquillos que acaban de hacer una travesura, todo esto entre copas y motivados por su sueño de universidad.
Con el tiempo ambos le dan forma al himno, crean la versión orquestal y, más adelante la versión coral que se conoce en la actualidad.
Si bien fue maestro de orquesta, como docente también era una especie de maestro de orquesta del saber. Su hija Carolina Erber destaca que sus alumnos siempre lo recuerdan como un docente apasionado por enseñar, amable, cercano y con un sentido del humor inspirador.
Siguiendo ese “pentagrama de vida” se dedicó con ahinco a la docencia en la antigua Facultad de Bellas Artes y después con la Escuela de Tecnología de Sonido de la UACh.
En 2011 fue homenajeado al bautizar con su nombre el Estudio de Grabación y Post Producción en Sonido que se ubica en Isla Teja a un costado del ingreso al Museo Histórico. La ocasión se dio en el Primer Encuentro SonoAcústico de Ex Alumnos de la Universidad Austral de Chile donde todos sus discípulos lo saludaron afectuosamente y solicitaban fotografías junto a él.
Actualmente Siegfried Erber vive el reposo de sus 100 años donde es visitado periódicamente por sus familiares que celebraron su cumpleaños en la alegría de una vida agitada, con cambios de ritmo, pero que sigue sonriendo agradecida por lo entregado y recibido.
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