El 29 de noviembre de 1815 ocurrió en el Alto Perú, actual Bolivia, la Batalla de Viluma, un episodio que corresponde a las guerras de la independencia de Argentina. En dicha acción los ejércitos de la Provincias Unidas del Río de la Plata intentaron anexar el territorio del Alto Perú, pero fueron rechazados por las tropas realistas.
En dicha batalla los realistas contaron entre sus filas con tropas proveniente de Castro y Valdivia y, de acuerdo a documentación del siglo XIX, realizaron una destacada defensa de los intereses del Rey de España Fernando VII –conocido como El Deseado- ante los rebeldes independentistas argentinos.
¿Pero cómo fue posible que estos sureños hayan llegado tan lejos? Hay que recordar el contexto histórico de aquellos años, cuando Valdivia y Chiloé eran bastiones realistas y sus tropas formaron parte de las fuerzas realistas que combatieron contra próceres de Chile como fueron los generales José Miguel Carrera y Bernardo O’Higgins.
Chilotes y valdivianos lucharon heroicamente en el sitio de Chillán, donde falleció en combate el militar valdiviano Lucas de Molina, calificado al morir como “se le quitó la vida al mejor soldado del ejército del Rey”, según consigna el sitio web histórico https://historiadevaldivia-chile.blogspot.com/ de Julio Avendaño.
Posteriormente el Batallón de Voluntarios de Castro y el Batallón Valdivia se destacaron en el desastre de Rancagua del 1 y 2 de octubre de 1814 y posterior ingreso a Santiago en el hecho histórico que se denominó la Reconquista española y que fue el inicio de la vida en el exilio de millares de patriotas chilenos, principalmente en Argentina.
EN DEFENSA DEL REY
Las tropas sureñas, vencedoras en Chile, fueron llamados como refuerzo en 1815 para apoyar a las del virrey José Fernando de Abascal que eran acosadas por las tropas argentinas que deseaban sumar a sus territorios los ricos suelos del Alto Perú y así poner en jaque la posición de los realistas en América.
De acuerdo al libro de Luis Mansilla “Cuando los chilotes invadieron América”, la odisea de los militares sureños comenzó en Arica cuando desembarcaron 400 soldados realistas del batallón Talavera y del Cazadores de Chile, al mando del coronel Rafael Maroto, provenientes de Valparaíso. Ese ejercito fue enviado para reforzar los ataques del Alto Perú, junto con un segundo refuerzo de 500 soldados, bajo las ordenes de José Ballesteros, compuesto de voluntarios de Chiloé y Valdivia.
La obra de Mansilla recalca la importancia que tuvo el escuadrón para afirmar el ejército en Alto Perú, y como de pronto el grupo de chilotes de los Voluntarios de Castro junto con los Veteranos de Valdivia y Chiloé, pasan a formar parte del tercer regimiento de Talaveras que se denominó Victoria.
LA BATALLA DE VILUMA
A cargo del ejército realista estaba el general Joaquín de la Pezuela que recibió de buena gana a los refuerzos desde Chile al mando del coronel Juan Ramírez Orozco. Eran el segundo batallón de Talavera, y el batallón de Cazadores de Chile que se fusiona al de Voluntarios de Castro, además de artilleros del Batallón Valdivia.
Del lado de los argentinos había una gran desunión entre el general José Rondeau y Martín Miguel de Güemes que tenía un ejército de gauchos que, al mismo tiempo, cumplían una eficaz labor de espionaje. Güemes se enemista con Rondeau y abandona la tropa y se dirige a Salta.
Como Rondeau vio que ya no tenía la fuerza de las primeras batallas de su campaña de Alto Perú (combates de El Tejar, Puesto del Marqués y Venta y Media), decide retirarse a Cochabamba y descansa en la pampa de Sipe Sipe.
El general argentino había situado a sus tropas en una posición que daba la espalda a la cuesta de los macizos de Viluma, posición que él consideró que al ejército enemigo le resultaría imposible de atravesar. Sin embargo, Pezuela atacó precisamente por allí, desde donde sus fuerzas descendieron «como gatos» para alcanzar el campo de batalla, destacando a los infantes chilotes que se lanzaron con bravura al combate.
El propio virrey José Fernando de Abascal indicó en el parte de acciones que “el batallón de los valdivianos y chilotes es tropa asombrosa, y fue el cuerpo que tomó la loma en que los enemigos tenían situada la mayor parte de su artillería”.
Los realistas empujaron a los argentinos y les causaron mil bajas y además les quitaron toda su artillería. Rondeau logró escapar con el resto de su ejército hasta llegar a Tucumán. El Alto Perú se perdió definitivamente para las Provincias Unidas del Río de la Plata y se mantuvo bajo la jurisdicción del Virreinato del Perú. La situación seguiría así hasta 1825 cuando aparece la figura de Simón Bolívar y a la postre se proclama la República de Bolivia, separándose de Perú.
LOS CASTREÑOS
Posteriormente las tropas de sureños, que dirigía el coronel José Rodríguez Ballesteros y Taforeant se embarcan en el puerto del Callao para regresar a Valdivia y Chiloé, pero el regimiento de los Voluntarios de Castro se quedó en el norte, peleando en una guerra que les era ajena.
Fueron 150 chilotes los que acompañaron al general Pezuela en la campaña para anexar Salta y Tucumán. No regresarían a Chile sino hasta 1824 porque posteriormente se vieron involucrados en la Guerra de la Independencia del Perú, enfrentando a los ejércitos de Simón Bolívar y Antonio José de Sucre.
Según Luis Mansilla en el libro “Cuando los chilotes invadieron América”, los voluntarios de Castro recorrieron la mitad de Sudamérica en buque, a caballo y a pie “en la completa obediencia y fidelidad por un rey que nunca mereció lealtad”.
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