Valdivia, fines de la década de los 20. Los niños y niñas de los Barrios Bajos de Valdivia juegan “a la chola” felices, chapoteando por los charcos de las calles. Risas, gritos infantiles y entre medio de todos resalta una niñita de pelo rubio y coquetos ojos azules, jugando de igual a igual con los chicos del barrio. Marylita, con un aspecto similar a la “Ricitos de Oro” del cuento infantil, sólo juega despreocupada y poco le importa que sus vestidos sean mejores que los que usan sus ocasionales amigos. Lo importante era jugar, reírse, sin prejuicios sociales.
Con los años la hija del empresario y político Carlos Haverbeck Richter e Inés Bischoff von Stillfred crece y sigue teniendo contacto con esos niños y niñas de los Barrios Bajos, en especial a la salida de la misa en la parroquia Nuestra Señora de la Merced, en calle Santiago Bueras de Valdivia. Marylita lleva alegría a donde va. Ya es una señorita y se convierte en el centro de atención social a cualquier lugar al que llega, ya sea caminando en calle Miraflores, la iglesia o en los salones del Club de la Unión junto con la alta sociedad valdiviana de la época.
Muy pronto se convierte en el principal rostro social de la familia Haverbeck, parecía una actriz de Hollywood, pero no era una simple figura decorativa de las reuniones sociales, ella creció sintiéndose líder, siendo ella misma, a veces desafiando al machismo del siglo XX y hasta opacando a su propio padre, senador de la República entre 1933 a 1953.
CERCANA Y SOCIABLE
María Inés Haverbeck Bischoff nació el 2 de junio de 1920 en Valdivia. Realizó sus estudios en el Instituto Alemán Carlos Anwandter de Valdivia y en el Santiago College de la capital y finalmente en Inglaterra.
Otra característica suya era su amor por los animales, pues desde pequeña disfrutó de la disciplina de la equitación, logrando varios triunfos en campeonatos sureños o nacionales. También le gustaban los perros y muchos recuerdan cuando salía a las calles de Valdivia con dos grandes mastines y usando botas de montar, siendo ella misma, sin importarle lo que otras personas hablen de ella. Era una princesa de todo a todo en Valdivia.
Pero su figura se dio a conocer por su altruismo y por ser, junto a su madre, benefactora de muchas causas sociales de la ciudad. Muchos antiguos vecinos de los Barrios Bajos recuerdan que fue socia honoraria del club deportivo General Lagos, fue benefactora de la Séptima Compañía de Bomberos. También la recuerdan como una de las fundadoras del hogar de niños "Villa Huidif" en el sector de Collico y destacó como su primera presidenta.
En el trato no era discriminadora y se preocupaba por ayudar a la infancia o a los adultos mayores. Todas esas facetas hicieron que la gente la llamara con cariño “Señorita Marylita” y la admiraran más allá de su belleza y natural simpatía.
LLEGA EL AMOR
Como en un cuento de hadas a Marylita le llegó el amor a su vida y su príncipe fue Nicanor Allende Urrutia, un atractivo joven de origen penquista y 3 años menor que ella. Allende había sido empleado en el Consorcio Comercial Chileno-Peruano y posteriormente se trasladó a Valdivia, donde inició labores comerciales en el área forestal. Representó a Valdivia en la Comercial Sueco-Chilena y fue empleado de la Sociedad Técnica Errázuriz y Cía. Consorcio Mercantil. También fue director de la Sociedad Agrícola Ganadera de Valdivia (Saval) y de la sociedad Allipén, administrando ambos fundos. Asimismo, fue delegado de la Compañía Naviera Haverbeck y Skalweit S.A., así conoció a Marylita y se inició una relación y posterior noviazgo.
En 1946 la pareja se casó en un evento social que causó interés de toda la ciudad. Pronto llegaron los hijos Carlos Nicanor, Inés del Pilar y Loreto Beatriz a alegrar la vida de los jóvenes y admirados esposos.
Nicanor fue apoyado por su suegro y pronto ocupó la vicepresidencia del directorio de la compañía naviera y fue parte del Consejo Directivo de la Sociedad de Progreso Urbano de Valdivia. También representó a la ciudad de Valdivia como cónsul de la ciudad en Uruguay en 1955 y así se fue ganando un prestigio en la carrera política. En efecto Nicanor Allende se inició como regidor de Valdivia y posteriormente fue diputado por la Vigesimosegunda Agrupación Departamental de Valdivia, La Unión y Río Bueno entre 1957 a 1961 y reelegido nuevamente para el periodo 1961 a 1965.
La señora Marylita, en tanto, siguió con sus actividades sociales junto a su madre Inés –que había enviudado en 1953- y ambas hicieron la donación de terrenos para la instalación de la Universidad Técnica del Estado en los Barrios Bajos y que actualmente es el Campus Miraflores de la Universidad Austral de Chile. Un gesto que perpetuó aún más su figura como benefactora en Valdivia y dejó un sello hasta los días de hoy.
LAS TRAGEDIAS
Pero llegó el terremoto del 22 de mayo de 1960 y la vida de los Haverbeck Bischoff dio un giro radical. Los terrenos de los Barrios Bajos y Miraflores cedieron y pronto el río se apoderó de las calles y de las casas sin respetar condiciones sociales.
La casa de la familia Haverbeck era un verdadero “palacio” ubicado en las calles General Bueras con General Lagos y fue afectada gravemente. Antiguos vecinos recuerdan la elegancia de aquella mansión construida al estilo alemán y que posteriormente fue demolida. Las aguas también afectaron a las oficinas de la Naviera Haverbeck y Skalweit, actual hotel Naguilán, y la empresa perdió en la bahía de Corral a dos de sus vapores el “Canelos” y el “Carlos Haverbeck”.
El terremoto fue un golpe fuerte para la naviera, sin embargo, pese a los problemas la firma repuso sus embarcaciones. En los primeros años de la década del setenta la empresa cerró y hoy sólo es un buen recuerdo por el movimiento laboral que significaba para Barrios Bajos, Miraflores y la población Arica, barrios en su mayoría de obreros que trabajaban en esta firma o en la curtiembre y fábrica de zapatos Weiss. Pocos recuerdan que esta empresa haya tenido huelgas y la pobreza era llevada con dignidad por sus trabajadores.
Marylita vivió todo esto de una manera estoica, siempre ayudando a su madre, esposo e hijos, tal vez añorando la figura paterna de su padre que había partido 7 años antes.
Pero el terremoto no fue la única tragedia para la familia. Aún faltaba tristeza para vivir.
En 1973 Marylita y su hijo Carlos Nicanor realizaron un viaje a Argentina, a la provincia de Neuquén. No está muy claro el porqué de ese viaje, algunos decían que la familia también había adquirido años atrás unos terrenos en el país vecino.
Fue el 23 de abril de 1973 –hace exactamente 48 años atrás- cuando el automóvil donde viajaba la benefactora valdiviana con su hijo sufrió un accidente cerca de Zapala. Ninguno de los dos sobrevivió.
El triste final de Marylita y su hijo golpeó profundamente a la sociedad valdiviana. Aún era joven, tenía 52 años, pero vivió intensamente, siempre respetada, siempre admirada y su despedida fue así, un funeral multitudinario. Todos la lloraron, desde las familias más humildes de la ciudad hasta los más potentados.
María Inés Haverbeck Bischoff unió a toda Valdivia en el día de su despedida y su recuerdo sigue perenne entre los antiguos valdivianos que aún la recuerdan como la princesa más preciosa de los Barrios Bajos y de Valdivia.
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