Continuación del reportaje histórico acerca de la llegada de la expedición holandesa hasta las ruinas de Valdivia en 1643, luego del abandono de los españoles. ¿Cómo fueron recibidos por los huilliches? Trabajo realizado por el periodista valdiviano Pablo Santiesteban.
La flota llegó a la bahía de Corral el 24 de agosto de 1643 y como no tenían experiencia de navegación en ríos encallaron la “Amsterdam” y la “Vlissingen”. Sólo el yate “Dolphin” llegó hasta las ruinas de Valdivia al mando del capitán Elbert Crispijnsen el 28 de agosto y al día siguiente se sumó Herckmans con el grueso de sus hombres. Los neerlandeses se encontraron con que Valdivia tenía 450 casas aproximadamente y buenos muros y calles, pero llenos de plantas silvestres por el abandono.
Los huilliches recibieron con cautela a los nuevos expedicionarios, pero al comprobar que ambos compartían el mismo odio por los españoles decidieron aliarse. La población autóctona ayudó a los neerlandeses, especialmente con alimentos y frutas.
Herckmans supo que el principal cacique de la zona era Manquiante, gran señor del valle de Mariküga (Mariquina), y quiso contactarlo para pedir su ayuda. El 2 de septiembre llegaron más de mil huilliches a Valdivia, a reunirse con los holandeses y al día siguiente los extranjeros convencieron a los autóctonos que debían construir un fuerte y que los ayudarían en su lucha contra los españoles. El 23 de septiembre comenzaron a construir el primer fuerte holandés en Valdivia. Se cree que el emplazamiento fue en el fuerte de la Santísima Trinidad que habían dejado los españoles y que actualmente está en calle Yungay con pasaje Orella, hoy edificio de la Prorrectoría de la Universidad Austral de Chile y a metros del actual torreón de Canelos.
Así comenzó a tomar vida Brouwershaven (Puerto Brouwer), bautizada así en honor al fallecido Brouwer, quien fue enterrado con todos los honores el 16 de septiembre en el mismo lugar donde estaban levantando el fuerte. Los recién llegados intercambiaron armas y otros utensilios con los huilliches a cambio de comida y el primer mes todo estuvo bien para la nueva colonia neerlandesa.
La guarnición constaba de 180 marineros y tres compañías de soldados, que ascendían a 296 hombres al mando de Blaeubeeck, Vosterman y Flory, según cuenta las memorias del viaje que, según se cree, lo escribió Hercksmans, pues mucho de su relato está escrito en primera persona.
El nuevo almirante encomendó al capitán Crispijnsen que regrese a Brasil para avisar de la instalación de la nueva colonia en Chile y encomendarle que regrese con más refuerzos y víveres. Así el marinero zarpó el 25 de septiembre.
Herckmans pensaba que con el fuerte ya listo había que dar el siguiente paso: el oro.
EL “MILLA”
Prisioneros que habían capturado los holandeses relataban historias del oro de Chile. Un portugués que había peleado por los españoles les relató que “había gran cantidad de oro en Osorno y aún más en Valdivia, pero que se necesitaban mineros para extraerlo”; que los indios usaban trozos de éste como adornos, hasta el tamaño de la mitad de un dedo, que colgaban en cuerdas y colocaban en el cuello y la cabeza; pero que “en Castro no se veía oro desde hacía años, a causa de que los indios no labraban las minas desde hacía 40 años, fecha de la última rebelión”. Agregó que “un barco llegó desde Lima y asaltó Valdivia. Cada soldado se apoderó de seis a veinte libras de oro”.
Los huilliches se dieron cuenta que sus nuevos aliados les preguntaban insistentemente por el “milla” y dónde encontrarlo. De inmediato señalaron que no había oro y que no lo trabajaban. Les contaron que durante muchos años los españoles los esclavizaron, obligándolos a pagarles en ese metal y que sufrieron tales atrocidades por no hacerlo como cortes de manos, narices, orejas y pies, razón suficiente para aborrecer la maldita palabra.
El 26 de septiembre, ante la insistencia holandesa de cambiar armas por comida u oro, los caciques respondieron que el alimento tardaría en llegar unos dos meses. Extrañados por la respuesta, los holandeses se dieron cuenta que los indígenas comenzaron a desconfiar de ellos.
Sólo el cacique Manquiante le llevó oro a Herckmans a cambio de armas, pero también le reconoció que efectivamente había oro en Valdivia y en el Valle de Mariküga, pero que su gente no lo decía para no alimentar aún más la codicia de los holandeses, así como lo hizo con los españoles. Los huilliches no querían volver a ser esclavizados por los europeos en la búsqueda y explotación de un metal que no les interesaba.
Manquiante aconsejó a Herckmans que la única manera de que su pueblo los ayude sería si prometía que trajera a sus propios esclavos para hacer el duro trabajo. Herckmans le prometió traer esclavos negros desde Brasil para iniciar la extracción del oro.
Mañana publicaremos la tercera parte y final con el desenlace de esta historia ambientada en el siglo XVII en Valdivia.
VER PARTE 1: https://www.diariodevaldivia.cl/noticia/cultura-y-educacion/2020/08/cuando-valdivia-se-llamo-brouwershaven-parte-1
VER PARTE 3: https://www.diariodevaldivia.cl/noticia/test-nota/2020/08/cuando-valdivia-se-llamo-brouwershaven-parte-3-y-final
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