Según las exigencias sanitarias, el agua potable debe ser incolora, inodora e insípida, ninguna de las características que reúne actualmente este servicio básico en hogares de la comunidad de Llifén, cuyos vecinos se han acostumbrado al escozor de ojos, irritaciones en la piel, y gastos en agua embotellada por la mala calidad del agua que reciben en sus hogares, pese a que se invirtieron casi mil millones de pesos en un proyecto que “cambiaría la vida de los vecinos”.
A casi un año de concluidas las obras de ampliación y mejoramiento de la red de agua potable rural de Llifén, las obras aún no ha sido recepcionadas por parte de la Dirección de Obras Hidráulicas y el intento más reciente de dar por concluida esta faena fue el pasado 19 de octubre, también si éxito.
Las razones de este nuevo rechazo las entregó el director regional (s) de la DOH, Héctor Berrocal, quien confirmó que “administrativamente el contrato no se ha cerrado”, pues los problemas de turbiedad persisten y se debe determinar a quién atañe la responsabilidad.
“Teniendo el informe de la empresa sanitaria, del contratista y de la empresa que proveyó los filtros, tenemos que determinar responsabilidades y evaluar si esto es un problema de diseño, mala ejecución de las obras, o de mala ejecución de los filtros o mala operación y teniendo esos antecedentes claros veremos quién asume las responsabilidades”, puntualizó.
Esta respuesta se dio en el marco de la sesión de la Comisión de Obras Públicas del Senado en la Región de Los Ríos, ocasión en la que el alcalde de Futrono, Claudio Lavado, aprovechó para recordar a las autoridades que el problema persiste para los más de 800 habitantes de la localidad cordillerana. “Hoy seguimos teniendo problemas de agua turbia en Llifén y pido mucha atención con este tema al director”, insistió el jefe comunal.
¿QUÉ CAMBIÓ EN UN AÑO?
Durante todo el 2020, mientras estaban en plena ejecución las obras de mejoramiento de la red, vecinas y vecinos evidenciaron la calidad del agua que estaban recibiendo en sus casas, con fotografías, videos y hasta funas exigían seriedad y compromiso de las autoridades.
En diciembre de 2020 la paciencia de los vecinos se agotó, luego que muchos denunciaron que el agua de sus llaves era densa y de color amarillo o café, situación que los llevó a exigir un pronunciamiento de las autoridades, pues la obras ya habían concluido.
En una serie de encuentros, el alcalde Claudio Lavado, junto a Essal, comprometieron gestiones para dar solución a la comunidad respecto a la turbiedad del agua potable.
En la oportunidad, la directora de la DOH, Carolina Zúñiga, llamó a la tranquilidad y señaló que la coloración amarilla del agua se debió a un “error involuntario” que “no representa un riesgo para la salud de las personas”.
A su turno, Essal informó que los problemas de turbiedad en el agua potable de Llifén se encontraban resueltos y responsabilizó de aquel inconveniente puntual, al Comité de APR de la localidad, tras utilizar un producto químico diferente al especificado en el proyecto de ampliación ejecutado.
A casi un año de aquellos “errores involuntarios” y compromisos de solución, la comunidad señala que los problemas persisten y dudan que el agua sea apta para el consumo humano, temiendo por la salud de todos, especialmente de niños y adultos mayores.
“Muy pocas veces tenemos agua que nos de la confianza para consumir, a veces sale transparente, pero tiene un olor asqueroso o te pican los ojos en la ducha y otras personas han presentado irritaciones en la piel. Entonces, cómo pueden decir que estemos tranquilos y que el agua es pura o potable”, dijo una vecina a Diario Futrono.
¿CONTRATISTA, ESSAL U OPERADORES?
Pese a que la disconformidad con el servicio es alta, el director de la DOH señaló que el comité de APR de Llifén no ha señalado tener un nivel alto de reclamos, no obstante, las obras continuarán sin ser recepcionadas hasta tener claridad respecto a las responsabilidades por el servicio que se está prestando.
Dichas responsabilidades podrían recaer en la empresa contratista por mala ejecución de la obra; Essal, por recepcionar el diseño de la obra; o en el comité, cuyos operadores podrían no estar ejecutando los procedimientos como corresponde, según informó Berrocal.
Mientras tanto, los vecinos y vecinas continúan hace más de un año sufriendo con un agua que a todas luces no es apta para el consumo.
Revisa las noticias publciadas por este medio hace un año, relacionadas con los reclamos de la comunidad.
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