El mes de septiembre marca la época de muchas tradiciones ligadas a la fecha de las Fiestas Patrias, sin embargo hay una que no figura en la primera línea de las actividades dieciocheras, pero desde hace mucho tiempo tiene la atención en la cultura campesina.
Esa actividad de primavera es la búsqueda y cosecha de digüeñes o pinatras, hongo silvestre comestible propio de los bosques nativos, que suele crecer en las ramas de los árboles del género nothofagus, como el roble o hualle.
El digüeñe es un hongo parásito no agresivo, de nombre científico Cyttaria espinosae, tienen una textura algo pegajosa en la superficie y están cubiertos por una membrana blanca que, a medida que el hongo madura va perdiendo, dando paso al color naranjo-salmón que lo caracteriza cuando ya está completamente maduro.
La recolección se realiza alcanzando los hongos con varas largas, o lanzando palos hasta la altura donde estos se encuentran, de esa forma la cosecha requiere destreza.
Se pueden consumir directamente al cosecharlos o bien en distintas preparaciones, como ensaladas. Es bajo en calorías, ricos en fibra y proteína vegetal, además abunda en ácido fólico por lo que tiene cualidades antioxidantes.
Sin embargo la gradual desaparición del bosque nativo, agravada por prácticas como la tala indiscriminada, pone en peligro la conservación de esta especie comestible, que ya es un elemento patrimonial del sur de Chile. Además su cosecha indiscriminada también atenta contra la continuidad del digüeñe, por eso es recomendable no quitar todos los hongos de un árbol, como una forma de asegurar que se sigan reproduciendo.
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